En el acto heroico de pretender superar el inexistente record de Haber quien sube la escalera en espiral más rápido sin romperse la cabeza en el intento por un momento temí por mi vida, y es que fueron mis audaces reflejos de águila quienes me salvaron de lo que seguramente hubiese sido una muerte espantosa y sangrienta. Ya puedo imaginarlo: un ruido inesperado que alarmaría a los vecinos, chocolate repartido por todo el pasillo, las paredes amarillentas enrojecidas, mi cabeza partida a millones de partes, una leve sonrisa de lo estoy haciendo (pero no) en mi para entonces muerta cara, unos ojos saltones abiertos de par en par y la encargada diciendo La puta madre, ahora tengo que limpiar todo de nuevo!.
Y no se crean que uno puede planificar esas cosas. No, no. Con decirles que el día había arrancado perfectamente y sin esos presagios u olores a muerte que uno suele advertir cuando se está por ir. El día empezó con tanta normalidad como es posible por estos lares. Incluso minutos antes estaba deleitando mi mente ante la majestuosidad de preguntarse si uno va a comer para la cena ravioles de ricota y verdura, de jamón y queso o cuatro quesos. Sin mencionar que luego vino la duda de si para acompañar a los elegidos convenía una buena salsa Portuguesa, Bolognesa o Napolitana. Vivir solo no es nada fácil mi buen amigo.
Por eso muchachos, para que no les pase lo que a mi, que vi toda mi vida en un segundo (eso me hace pensar en que o no tengo mucha vida o pienso más rápido de lo que hablo -y mierda que hablo rápido-) les dejo esta pequeña pero elemental guía de como hacer algo tan simple como subir una escalera sin engancharse el dedo gordo y el índice en esa pequeña extremidad que sobresale en el escalón a pisar que nos hace tropezar e ir cayendo de manera fugaz en dirección a otros escalones, o, con un poco más de suerte, al llano, pero no menos doloroso, piso del pasillo.
INSTRODUCCIÓN PARA SUBIR UNA ESCALERA.
Julio Cortázar.
Historias de Cronopios y Famas.
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
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