Somos una raza muy triste. Un raza muy triste que demuestra con mucho orgullo y sin recelo su odio pero con tanta cobardía el amor. Somos una raza tan triste que si yo dijera Te amo, algo que si bien se puede dar más que por sentado está bueno aclararlo cada tanto, la gran mayoría me miraría raro, con desconfianza y me preguntaría: ¿Te pasa algo? en lugar de darse cuenta lo afortunado que puede ser. Somos una especie tan triste.
Sepa usted, amigo mio, que una vacuna para la tristeza es el amor. El amor por uno mismo, por el otro, el amor que se siente por quienes nos rodean. El amor de un abrazo, un beso o un simple intercambio de palabras que dan cuenta de lo iguales que podemos ser con el otro. El amor sin miedo y cotidiano. El amor.
Entonces, no olvidemos al despertar cada mañana, que si uno esconde ese amor no puede esperar mas que un día sin amor para dar ni recibir. Un día vacío. Un día muy triste.
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